Comenzamos esta semana del 26 de septiembre con la llegada del planeta que nos impulsa a la acción, indicador del primer impulso vital – Marte- a Capricornio. Su pasaje por Sagitario fue largo y compartió su estancia con Saturno, lo que provocó determinados roces entre uno y otro. La energía natural de acción de Marte, estuvo afectada por la presencia de Saturno. Al compartir la casa de Júpiter,  expansión hacia nuevas fronteras, la acción estuvo determinada por la necesidad de construir bases sólidas, instándonos a re evaluar procesos internos y re direccionamientos.

A partir de esta semana y por un lapso de tres semanas, este Marte sigue su aprendizaje al ingresar a la casa de Saturno (Capricornio), para retomar su natural acción desde otra mirada, pero obviamente para que esta energía de potencialidad emane en pos de la evolución de proyectos cuenta con la ayuda de Plutón quien retomó su camino directo permitiendo o presentándonos las transformaciones necesarias que debemos llevar adelante, queramos o no, de acuerdo al proceso evolutivo que hayamos estado procesando desde el mes de Marzo hasta ahora.

¿Qué pasa con la Luna Nueva en Libra este año?,  Toda esta configuración abre una ventana a la posibilidad de trascendernos a nosotros mismos. ¿qué implica ésto?  Que todo el trabajo que iniciamos este año sobre nuestra interioridad, todos los apegos a los cuales nos aferrábamos como condicionantes hacia nosotros mismos, quedaron trastocados y disueltos, hemos estado enfrentandonos  con nuestras propias verdades y deseos pero no como caprichos sino desde la profundidad más íntima e interna. Ahora es momento de salir de la subjetividad hacia la intersubjetividad, al mundo relacional. Desde esta nueva concepción interna liviana y ligera de entender que la relación con los demás se construye desde la individualidad, en el respeto y la libertad. No son frases hechas, son momentos de transformaciones muy intensas, ya no queda espacio para que los vínculos estén cargados de reproches, de esperas, es momento de hacernos cargo de nuestra transformación y desde ahí vincularnos.  Nada más y nada menos, un desafío a nuestra trascendentalidad

Cariños, Mariana