Estamos a fines de Octubre de 2017 y con ello al fin de un período que marcó un sinnúmero de momentos que nos enfrentaron a realidades, a deseos y a poder discernir sobre lo que es necesario que abandonemos aunque ésto nos haya costado romper con ideales e ilusiones que nos sostenían en nuestro camino. Fue un año que marcó la mitad de un ciclo planetario entre Urano y Júpiter (expansión y libertad) que comenzó en 2010 en el límite entre el signo de Piscis y Aries. La marcada influencia de Urano en Aries inició un ciclo de individuación único, porque se confrontó a Júpiter en Piscis para quien el ideal es lo cosmopolita y la humanidad es el único universo posible. Un largo recorrido de 7 años nos encontró en el año 2017 con la fuerte oposición entre estos dos planetas. En este caso lo hicieron desde el eje relacional de Aries y Libra. Urano mantuvo su fuerza de libertad y reacción ante lo establecido, mientras que Júpiter en Libra buscó balancear y comprender qué implica el relacionarse y desde dónde lo hacemos. La tensión de esta oposición ya está disuelta y ahora iniciamos un período en el que quizás nos es posible poner en marcha esta transformación que nos propone Júpiter en Escorpio. Muchas otras configuraciones sucederán hasta que en el 2024 concluya el ciclo iniciado en 2010 para que vuelvan a juntarse Júpiter y Urano, pero en ese momento lo harán en Tauro y con Plutón en Acuario. Otro escenario, otra economía, transformaciones hacia lo que implica la disputa estará planteada sobre la normatividad de los valores, otra ética será necesaria. No será posible mantener ya los valores utilitaristas y los egoísmos extremos. Otros sistemas políticos se estarán planteando.

Los ciclos se van dando uno a uno para que en cada etapa seamos conscientes de que  nuestras vidas merecen ser vividas.

Mariana